Patrimonio Cultural de Defensa

En 1717 el entonces Intendente General de la Armada José Patiño creó la Real Compañía de Guardiamarinas. Ha tenido diferentes denominaciones y ubicaciones, aunque la Escuela Naval Militar ha sido y es el único centro docente donde los oficiales de la Armada española reciben la formación científica, humanística, militar y marinera necesaria para el desempeño de sus cometidos.

La configuración de la colección es el resultado de la tradición marítima española y de las aportaciones de instituciones y organismos como la Casa Real, la antigua Secretaría de Marina, las extintas Compañías de Guardias Marinas, los departamentos navales peninsulares y los apostaderos de Cuba y Filipinas, el Depósito Hidrográfico, el Real Observatorio de la Marina de San Fernando y el Institu

En la actualidad, el importante patrimonio cultural del Real Observatorio de la Armada se estructura en tres grandes colecciones.

A lo largo de las primeras décadas del siglo XVIII, los gobiernos de Felipe V trabajaron para recuperar la presencia de España como potencia internacional, tomando una serie de decisiones dirigidas a la organización de una marina militar capaz de defender los intereses ultramarinos de la Corona.

El Archivo General Militar de Madrid conserva fondos relativos a África reunidos por la Comisión Histórica de las Campañas de Marruecos creada en 1927 en el Depósito de la Guerra.

El Archivo conserva fondos desde el siglo XVIII hasta nuestros días y cuenta con un total de más de 7.000 unidades de instalación.

El Instituto Hidrográfico de la Marina fue creado por Ley de 30 de diciembre de 1943 como organismo del Estado Mayor de la Armada dedicado a la Hidrografía y la Navegación, en sus aspectos científicos y de aplicación.

El museo se organiza en dos plantas, que a su vez presentan sendos recorridos, histórico el de la planta alta y temático el de la planta baja. En la primera nos encontramos con las siguientes salas:

Tras el ataque del contralmirante británico Horacio Nelson a Santa Cruz de Tenerife, en julio de 1797, se puso de manifiesto la necesidad de completar la defensa de la plaza con una fortificación en la «Huerta de los Melones», junto al barranco de Almeida, lugar en el que ya existían diversas baterías artilleras.